domingo, 19 de octubre de 2014

Miradas hechas balas





Tenia uno de esos bracket tan graciosos pero apenas se le notaba porque había echo suya la costumbre de taparse la boca sonrojada cuando alguien le miraba los labios.
Su cara estaba cubierta de pecas y tenia un cuerpo esbelto y grácil pero apenas podía discernir entre lo que había sido su figura infantil y aquel cuerpo que había nacido tan de repente y que parecía un traje prestado que se había amoldado de manera inoportuna a su piel.
Ella misma desconocía su belleza pero en cuanto el la vio lo supo.
Bellezas como aquella no debían marchitar tan de repente. No debían cerrarse con la misma premura que una flor que una vez cortada envejece.
Se prendarían de su figura pronto tal vez en un par de años, de esos pechos que emergían de su camisa infantil y de su mirada cargada de lirismo.
Alguien le arrebataría la belleza de su inocencia con violencia y sin delicadeza.
Abultaría la estrecha linea de sus caderas y la llenaría con la pesada carga de nuevas vidas que derrumbarían los cimientos de la antigua solo para llevar al mundo un poco mas de desconcierto.

Tal vez por eso no pudo resistirse cuando la vio aquella tarde acercarse en su bicicleta con su vestido de flores. Sintió un impulso inminente que le hizo levantarse del sofá y acercarse a ella.
Estaba tan alegre mientras jugueteaba con aquellos dos niños tan rudos.
La miro fijamente a los ojos y carraspeo para denotar su presencia.
Para cuando llego los niños ya se habían marchado , presos de la llamada de sus madres que les regañarían por perder el tiempo mientras se suponía que debían estar en casa hace muchas horas.
Se había quedado sola y miraba con insistencia su reloj.
Si no hubiera sido por ese carraspeo apenas habría notado su presencia.
Lo miro con desdén y sus mejillas se apartaron con rapidez como si hubiera avistado un insecto.
El temblaba pero intento parecer sereno y seguro.
Le hablo de muchas cosas y la invito a esperar a su padre en casa.
Pero ella se negó. No debo hablar con extraños le dijo.



Tenia la misma incertidumbre dibujada en el rostro que le invadió a el cuando a los siete años el diacono Patters le hizo pasar a su cuarto después del sepelio.
La misma mirada de recelo dibujada en el iris, carcomiendo la voluntad con la misma rapidez que un virus. La misma mirada que era tentada al ver en el otro la sonrisa del redentor que busca salvar algo inmaterial y efímero que todos ven pero de lo que nadie es consciente. Una sonrisa que aguarda salvar la inocencia con depravacion solo por privarla del desgaste de los años, de la memoria..

-Pasa adentro, le dijo e intento enfatizar cada silaba como si las palabras fueran balas
-Pasa adentro por favor. En casa tengo un teléfono podrás llamar a tus padres.

Ella seguía mirando con desconfianza hacia el vació pero parecía haber convertido la duda en una posibilidad.


Entonces uso aquella mirada.



Uso la mirada cargada de confianza del padre Patters. Aquella mirada que a el que se había orinado encima cuando cerro la puerta le hizo perder el miedo.
Tal vez cuando el cuerpo esta tan maltrecho como el alma las miradas sean lo único que le puede insuflar algo de esperanza. Y es entonces cuando algo tan simple como una mirada puede convertirse en un discurso silencioso .

Se levanto mientras el sol bañaba sus piernas y asida a su mochila camino cabizbaja pero de repente un claxon sonó alarmante rompiendo la calma del momento.



-Allison, sube ahora mismo al coche


Elaboro una excusa algo precipitada que pareció convencer al padre y libero a la hija y camino hacia casa avergonzado. De nuevo avergonzado de aquel deseo que alimentaba cada uno de sus días pero que lo denigraba y lo convertía en un monstruo.



Al entrar en casa dio  de comer al gato que se restregaba contra la pernera de su pantalón con dulzura y tras haberlo dejado encerrado en el salón se dirigió rápidamente al cuarto. Cerro las persianas y apago la luz.

Aunque estuviera a oscuras sabia perfectamente donde había colocado la pistola y por eso no le sorprendió nada sentir su frió tacto junto a su piel.
Su madre lloraría mucho cuando por la mañana descubrieran su cadáver. Habían retomado el contacto años atrás después de que dejara rehabilitación.
Pensó en el padre Patters. El hombre que le había cosido con besos una maldición cuando tan solo necesitaba que ocuparan el vació que otros le habían llenado de carencias.
Y sin mas premura se voló la cabeza.

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