domingo, 28 de septiembre de 2014




Que aunque algunos nos rompan y nos mutilen el alma hasta reducirla a pedazos siempre podremos encontrar al que escuche paciente todas nuestras fisuras hechas palabra con la ternura de una mirada cargada de apoyo.
Que aunque algunos nos dejen en la cara una mirada vacía y en la mente un montón de cuchillos atravesando nuestras ilusiones siempre estarán aquellos que nos tenderán la mano ofreciéndonos una parcela de su ser en la que podamos escapar de nosotros mismos por espacio de unos minutos.
Es difícil. No existen con tanta frecuencia como deberían las buenas personas.
Son accidentes que la reproducción no elabora con demasiada maestría ni empeño.
Y los que mas creen en su condición de redentores del pecado y el dolor ajeno son los que suelen tener mas crueldad adherida en el fondo de su ser. Los que con mas empeño se emplean en torturar la paz y compostura ajena.
Sin embargo ahi que creer todavía en esos pequeños accidentes en forma de seres humanos que de cuando en cuando usan su sonrisa como puente para conectarnos con esta vida y alejarnos de todo lo nauseabundo que vive y se esconde bajo buenas palabras ahi fuera.
Aunque ellos mismos estén tan rotos como aquellos a los que intentan pegar los pedazos.
Porque en el fondo los que luchan contra esa miseria y degradación esconden bajo sus pestañas retazos de lo que ahuyentan.
Y a menudo ese recomponer las alas de los que aun no han aprendido a volar debidamente es lo unico que da fuerza y entereza a sus pasos, creando con los movimientos que describen las alas de estos en el cielo un mensaje que vale la pena leer para poder inspirar sus mañanas.


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