viernes, 21 de marzo de 2014

Cada historia es una bomba de relojeria






Tu pecho era un cenicero y mis labios un cigarrillo que quedaba bien en cualquier boca.
Quisiste firmar cada uno de mis orificios con el desencanto de un poeta frustrado.
Y ahora mis rimas no riman y mis cuentos para dormir me despiertan en mitad de la noche.
Y ahora los sueños me sueñan y las pesadillas trepan por mi espalda y asustan a los fantasmas de mi cuarto.
Tal vez ser salvaje no es una elección; tal vez las firmas de otros nos hacen buscar una sabana donde habitar en este infernal asfalto.
Ya solo me queda soñar. Soñar con la gran obra que nunca escribiré y que me visita siempre a las 5 de la mañana y después de meses de gestación sufre un brutal y cruel aborto.
Y lo unico que deseo de corazón es poder acunarla, acunar a mi pequeña estrofa para darle sentido a toda esta canción. Pero la ingrata siempre me abandona.
Con la misma facilidad que la vida , el amor o la muerte.
Pero tal vez buscarla sea mi unico cometido en la vida.

Narrar una historia es rebelarse. Decirle a la vida que por mucho que sobrevuele lo efímero de la existencia sobre nuestras cabezas no daremos una lucha fácil.
Narrar una historia es resistir pese a lo mucho que se pierda o se gane en el camino.


Cada historia es una bomba de relojería y la mía no iba a ser menos.


Pero mientras la muerte se nutre de mi desesperación, seré yo la única que decida como darle cuerda a este reloj.


Hoy he vuelto a despertarme con el aliento del insomnio pegado a la nuca.
Pero el insomnio es la única puerta donde se atreven a tocar las musas.
Asi que bienvenido insomnio, me encanta tu compañía. Puedes traer a tu amiga la tristeza.
Ya no le tengo miedo.
En esta cama hay sitio para todos.

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