miércoles, 3 de octubre de 2012

En el año 5000



se produjo la revolución de la palabra.
La población se quedo muda y ante su falta de léxico y de defensa verbal hicieron comités que pedían no ya la palabra original sino un sucedáneo de la misma.
El sinónimo se convirtió en la nueva causa y se acabo legalizando su venta.
El único problema es que no se podía acceder a tales sinónimos así como así.


El sinónimo que por excelencia buscaba ser el nexo que uniera a dos palabras del mismo significado acabo por canjearse por antoninos.
La gente acudía buscando nombrar el amor y acababa confundiendo su significado con el odio.
Querían ternura y la dotaban de indiferencia.
Entusiasmo revestido de apatía.
Ilusión convertida en  desgana.
Pasión convertida en frialdad.

Pese a devolver a su habla con esa podredumbre de vocablos, la población no se quejo.
Acepto sonriente la completa distorsión de lo que enunciaban como su manera de hacerse entender.
Y hicieron de su discurso un lema y de su palabra un arma con la que defenderse de agentes externos.


En mitad de la revolución de la palabra alguien oso contradecir el buen funcionamiento de la lengua y murmuro una frase tal y como la sentía.
Sin servirse de sinónimos, de antónimos y sin falsear el léxico.

De inmediato el individuo fue duramente castigado.



Pese a la sobriedad de sus ropas y a su falta de cobardía quedo seriamente desprotegido.

Ocurrió un día de improviso.

El golpe fue brutal.


Se habían olvidado de citar que lo mas importante en la revolución de la palabra era que la palabra tenia el poder de dejarlo a uno completamente desnudo.
De despojarlo de escudos y de protección contra el mundo.
Esa desnudez era tal vez mas bochornosa que la física.

Y por eso cuando el individuo X murmuro unas palabras obtuvo la respuesta que mas le satisfacía.


Pero lo que se le otorgo como un brote enorme de sinceridad, se horneo durante varios años.

Y cuando pensó que nada podía alterar su bienestar, descubrió que el fruto que había estado cuidando tan celosamente solo era un sinónimo asustado que se había servido de similitud para esconder una verdad degradante y terrorífica.
Su falta de certeza, sentido y credibilidad.

Pero era ese uso de sinónimos el unico que permitía al que no conocía el poder de la palabra ser libre, resistir al tiempo y usar la mentira como modo de lucha.


Porque el mejor escondite de la mentira siempre había sido un exceso de sinceridad absoluta.



En el año 5000 la revolución de la palabra sembró el pueblo de una apariencia de normalidad y serenidad extremas pero bajo esa capa de perfección se escondía algo mas.


El silencio se convirtió en el único recurso que le daba al individuo la certeza de saberse parte de este mundo y de sentir plenamente.





Por eso los mejores momentos comenzaron a formarse de silencios.


En el silencio nadie tenia miedo de confundir una coma con un punto y aparte.


Era la única tregua que el poder de la palabra había concedido a la libertad individual de cada amante.



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