domingo, 9 de septiembre de 2012

Supo que padecía de insomnio



después de semanas.
Por la noche la embriagaba un miedo atroz e innombrable que se hacia eco en cada poro de su piel.

No le temía a la muerte ni a la frialdad que adquiere un cuerpo cuando deja de respirar.
Su enemigo era mas violento que la propia inexistencia.

En el fondo lo único que la aterraba era mirar debajo de la cama y comprobar que todas sus sospechas eran ciertas.

Que el monstruo que la aterraba desde su tierna infancia, había tomado ese escondite como morada eterna.

Su miedo no residía en que aquel ser despiadado la exterminara en un segundo.
Tenia miedo de observar su rostro con cautela y descubrir que se le asemejaba.


Era Narciso viéndose de repente tal cual era y cayendo bajo las sombras de su propia figura hasta perderse en si misma.

¿Pero no era ese un miedo bastante común?

El contemplarse de cerca sin maquillaje ni artimañas.

1 comentario:

  1. Me gustan tus poemas, si es que los calificas así, porque cuentan historias. Y entre nosotros, yo adoro las historias.
    En especial las que tratan de cosas que me preocupan, como eso de descubrir que eres igual que ese monstruo aterrador de tus sueños, exactamente igual que tu reflejo.

    Por cierto, tu nombre me confunde. No sé cómo llamarte. En realidad sí, pero es demasiado abstracto para mi comodidad. En fin, quién soy yo para llamarte de otro modo, ¿no?
    un saludo, a todas mis putas muertas!

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