sábado, 25 de agosto de 2012

El anciano y la lolita se habían vuelto a encontrar en el parque





y ella llegaba de nuevo con aquella mirada de desdén suya que hacia que cualquiera se rindiera a sus pies y el la miraba como mira un devoto una estampa deseando que algo de aquella belleza sin fin lo rozara.
Llevaban largo rato sin hablar, sentados en el mismo banco,pero mirando ambos al vació.
Y de vez en cuando la chiquilla lo miraba como anhelante y fruncía sus rojos labios como esperando una pregunta que nunca llegaba.
Y de vez en cuando recordaba el a Gretchen contemplando el ardor con el que estaban teñidas sus mejillas.
De un momento a otro surgía la palabra y los eclipsaba sumiéndolos en un estado de letargo casi infinito.
Entonces una sonrisa arrugada del anciano , accionaba el habla de la chiquilla que sin darse cuenta exhumaba tristeza por los cuatro costados y hablaba de puentes que se conectaban unos con otros con las nubes como nexo y de infiernos que le ardían bajo los pies.
Y el anciano aspiraba algo su puro y contemplaba aquel voluptuoso cuerpo acordándose de Gretchen y conteniendo la emoción.
Una palabra predecía a la siguiente y la propia indiferencia de un domingo caluroso los unia haciéndolos conocidos.
Mañana a la misma hora volverían a caminar descuidados sin saber a donde ir, para volver a encontrarse.
Y la chiquilla volvería a exhibir aquellos tristes ojos azules que contenían la profundidad del mar y el se adentraría en ellos como un robinson crusoe deseoso de aventuras para luego volver a aquella casa en la que las paredes respiraban de pura nostalgia.

Para volver cada domingo a visitar a aquella extraña de la que no hacia falta saber el nombre para sentir como intima.
Y un día la insolente lo tomo de la mano o mas bien el se dejo y lo condujo a una casa que olía a moho y a perdida.
Y el la guió hacia un cuarto que se cernía peligroso como una sombra pero no achicaba su voluntad.
Decidió mostrarle un idioma que solo entiende de gemidos y de pasión numerado en colores binarios. Y ella se dejo guiar, inexperta por unas manos surcadas de arrugas y una cabellera teñida de un gris tan incongruente como su respirar.
Y entonces el por primera vez volvió a ver a Gretchen y a sentir tambalearse las paredes y el cuerpo de aquella niña que jugaba a ser mujer quedo convertido en el esbelto cuerpo de una mujer que nunca acabo de ser niña.
Y gretchen se volvía lolita y lo miraba con aquella mirada suya felina y el alcohol inundaba el suelo del cuarto mientras los vecinos aporreaban las paredes para sacarle unas limpias risotadas.
La niña lloraba en su cuna,ajena a ese mundo de adultos, y ambos se mecían en el futuro,olvidando por un momento las discusiones y las ganas de partirse la cara.
Gretchen siempre había sido una loca encantadora, de esas que le hacían a uno perder la compostura o la verguenza con tal de ver una sonrisa.
Había sido la musa perfecta de una época teñida de color pero el tiempo la había vuelto algo gris y vació que solo brillaba bajo sus piernas, convirtiéndose en fuegos artificiales que llenaban sus miseras existencias de vida.
Pero era impensable imaginarla allí en aquel cuarto infantil con aquella adolescente que moría a cada sacudida para renacer de nuevo.
Aunque Gretchen vivía, vivía en el azul incandescente de sus ojos que estaban hechos de la misma tristeza que los suyos.
Y le daba lo mismo follar con aquel zombie si conseguía volver a tenerlo en brazos cinco segundos para huir del infierno.

La joven lolita lo había elegido a el. A el entre montones de chicos jóvenes,saludables y bronceados.
A el un  anciano que vivía de recuerdos embalsamados en miles de botellas llenas de alcohol y que llenaba de nicotina sus pulmones para que no se llenaran de olvido.
Era increíble que lo hubiera elegido.
Debía ser Gretchen, esa sucia ramera, que volvía de entre los muertos.
Después de un día de acaloradas discusiones  y golpes , para calmar el espanto de saberse insoportables el uno al otro amándose con la misma pasión con la que se aman unas bestias.

Pero una noche la lolita busco su cuerpo en el colchón y lo abrazo desesperadamente llenándolo de lagrimas.
 Y la casa rugió bajo una tempestad sin nombre mientras se quitaba su melena cobriza y le mostraba los efectos de la quimio.
Y el la besaba con fervor mientras intentaba darle la vida mecánicamente , pero aquel cuerpo joven y fuerte se volvia frágil.
O quizá siempre fue frágil desde un principio.
Y por eso la amo sin limite como a la pobre Gretchen que murió de sobredosis en el baño.
Quizá por eso la amo tanto todas aquellas noches,todos aquellos días.
Porque para el , el sexo siempre fue un lugar seguro donde dos amantes se podían abrazar sin miedo a la muerte o a la vida.
Porque era un territorio inexplorable donde uno podía salvar al otro del horror y el vació de la existencia.
Y no hacia falta ansiedad o dolor sabiendo aquel cuerpo bajo el suyo y encontrándolo sudoroso a su lado a la mañana siguiente.

Pero la muerte jugaba sucio y no respetaba el tiempo muerto.


Y aunque cinco segundos salvaran un alma, un solo día en la tierra podía arrebatarla.

El anciano siempre lo había sabido.

Que aquella felicidad casi artificial no podía durar demasiado.

Que solo era un fantasma que se enamoraba de recuerdos abrazandolos fuerte con la intensidad suficiente para quebrarse pero sin la resistencia para retenerlos alrededor de sus brazos.
Porque sus amores estaban hechos de la misma figura que lucia el humo de sus habanos.
De pasiones tan frágiles que se le rompían a uno y le estallaban en el pecho pero que a la vez lo salvaban del atroz avance de la vida y todos los artilugios con los que usurpaba el tiempo.

Asi que aquella noche penetro con fuerza a la lolita,para salvarse,para salvarla,para que dos fueran por un momento uno y la sepultura quedara como idiota al incluir solo un nombre bajo la tierra sin saber que a veces un solo cuerpo podía recorrer otro y fusionarse hasta el infinito en otra existencia.

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